Caribe categoría 5

14 February 2020

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El huracán Dorian fue el huracán más fuerte en afectar el noroeste de Bahamas jamás registrado (AP).

Según un estudio del Fondo Monetario (FMI) dieciséis de los treinta y cinco países más vulnerables del mundo a desastres naturales se ubican en la región de Centroamérica y el Caribe. Estos desastres dejan una huella en términos de desarrollo económico y bienestar que puede tomar hasta décadas superar.

El FMI estima que en las economías pequeñas, siete años después de ocurrir un ciclón tropical (no un ciclón categoría 5+, sino un ciclón promedio), el producto interno bruto (PIB) per cápita en el país afectado es un 2,5% por debajo de lo esperado si la tormenta no hubiera pasado. Los efectos de las tormentas son persistentes y el FMI calcula que aún veinte años después del choque de una tormenta, las economías todavía no se han recuperado completamente.

La probabilidad anual de un desastre natural por cada 1.000 km2 en esta región está entre las más altas del mundo y en países como Dominica y Granada los daños promedio alcanzan un 118% y 74,8% del PIB respectivamente.

En términos de bienestar, los países vulnerables a desastres naturales sufren una pérdida promedio a largo plazo con una caída permanente del 1,6% en el consumo y tienen una deuda pública 1,54 puntos porcentuales por encima de los países no vulnerables, lo cual atenta contra la sostenibilidad financiera del país. La brecha entre el crecimiento de los países vulnerables a desastres naturales y los que no lo son, es tres veces mayor dados los efectos del cambio climático.

Históricamente, las crisis generadas por la destrucción de las tormentas en el Caribe se han enfrentado con ayuda internacional después de la tormenta. Hoy se requiere un cambio de modelo que permita a estos países ser más resilientes a los efectos del cambio climático, para que cuando llegue el próximo ciclón tropical la infraestructura resista, la economía tenga salvaguardas y el país se recupere más rápido.

Mayor frecuencia e intensidad

En los primeros catorce años del Siglo XXI, los ciclones tropicales causaron daños estimados en US$548.000 millones a nivel global, impactando de manera desproporcionada a las islas y a las economías pequeñas. Los datos demuestran que la frecuencia e intensidad de las tormentas ha sido creciente a lo largo de las últimas seis décadas para la región del Caribe.

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En el 2017 el Caribe fue afectado por dos tormentas de categoría 5, los huracanes Irma y María, con seis islas reportando pérdidas mayores a un año de producción económica. De hecho, 2017 fue una de las temporadas más activas de ciclones tropicales de la historia en el Atlántico, con diecisiete tormentas y diez huracanes. En Dominica, entre 70% y 80% de las viviendas y edificaciones sufrieron daños a raíz de las tormentas del 2017, solo dos años después de perder 90% del PIB por la tormenta tropical Erika.

El 2019 observamos la muestra más reciente de los daños catastróficos causados por el huracán Dorian en la región, totalizando, según el Banco Interamericano de Desarrollo, más de US$3.400 millones en daños y pérdidas en las Bahamas, cuyo sistema de archipiélago tiene más del 80% de su tierra bajo los cinco metros sobre el nivel del mar. Fue la tormenta de mayor intensidad registrada en el país en términos de vientos y marejadas. El sector privado absorbió aproximadamente 90% de las pérdidas totales, con los mayores daños en los sectores de vivienda y turismo. Los daños a las viviendas fueron estimados en US$1.490 millones y los daños al sector turismo en US$529 millones.

Caso Sint Maarten

Los daños causados el 6 de septiembre de 2017 en Sint Maarten por el paso del huracán Irma sumaron un 250% del PIB, destruyendo parte importante de la infraestructura de turismo. Antes de la tormenta, el sector turismo aportaba el 73% de la entrada de divisas al país. Una de cada tres habitaciones de hotel fue declarada inoperable durante la tormenta. El aeropuerto sufrió daños por los vientos sostenidos que superaron 180 millas por hora (casi 290 km/hr) y en las semanas subsiguientes las tormentas José y María empeoraron los daños con lluvias fuertes que penetraron las paredes, conduciendo a que en diciembre de ese año el terminal aeroportuario fuera declarado zona de riesgo a la salud pública. Como resultado, la llegada de turistas cayó un 24% en el 2017 y en el 2018 se contrajo un 56% más.

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María fue una e las tormentas gradeo 5 que afectó al Caribe en 2017.

Nuevas estimaciones del FMI establecen que la economía se contrajo 17% entre 2017 y 2018. El costo de la reconstrucción se estima en US$2.300 millones, con dos tercios de los recursos requeridos inmediatamente y en el corto plazo. La recuperación económica dependerá justamente del ritmo de ejecución de las obras de reconstrucción, particularmente en el sector turismo e infraestructura crítica.

El sector construcción ha mitigado el impacto económico con un crecimiento promedio del 5,8% anual por trimestre desde el paso de la tormenta y la importación de servicios de construcción ha permitido restaurar parte importante de la infraestructura básica.

Como respuesta a los daños de la tormenta, el gobierno de los Países Bajos se comprometió a facilitar €550 millones (unos US$612 millones) en fondos para la reconstrucción y ayudas para el gobierno de Sint Maarten. De ellos, €470 millones (US$523 millones) están siendo administrados bajo un fondo especial por el Banco Mundial, el cual quedó encargado del manejo de los recursos y la coordinación, en conjunto con el gobierno, de priorizar proyectos críticos para la reconstrucción y recuperación económica.

Se estima que el PIB de la isla pueda crecer 3% en el 2020, suponiendo un progreso adecuado en la ejecución de obras en el aeropuerto y la reconstrucción de hoteles, lo cual aporta actividad a través de la construcción y sectores conjuntos, así como el turismo.

Algunos proyectos, identificados como prioritarios, incluyen: US$55 millones para la reparación de viviendas, mejoras a la resiliencia de infraestructura y mejoras al sistema de respuesta a emergencias; US$25 millones para reparaciones y mejoras al hospital y la construcción de un centro médico más grande y resistente a huracanes; y US$50 millones para la reconstrucción del aeropuerto.

Medidas y recomendaciones

La sostenibilidad depende de mucho más que del solo fortalecimiento de la infraestructura, y requiere de una nueva mirada a la estructura económica de los países del Caribe para reducir su vulnerabilidad en todos los frentes. Según El Programa Ambiental de Naciones Unidas (United Nations Environment Programme), el costo de adaptarse al cambio climático en las economías en desarrollo se ubica entre los US$56.000 millones y US$300.000 millones antes de 2030. Esto equivale a entre dos y tres veces el financiamiento actualmente disponible.

Mientras que los países vulnerables a desastres naturales pueden invertir en infraestructura para mejorar su bienestar y resiliencia después de los choques, datos del FMI señalan que el apoyo internacional con financiamiento ex-ante (antes del suceso) en infraestructura pública resiliente es más efectivo que después de un desastre. El costo del financiamiento de infraestructura resiliente por medio de subvenciones internacionales es menos de la mitad del costo de financiamiento de intervención y reconstrucción después de ocurrir el desastre. De hecho, el FMI estimó que llevar la inversión pública en infraestructura resiliente del 0% al 80% implicaría un aumento de PIB de 3-11%, proveniente de los ahorros implícitos en los costos de reconstrucción y en el aumento sostenible de la producción de bienes y servicios.

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Adecuar la infraestructura implica preparaciones para que soporte las condiciones más intensas: instalar sistemas de alerta e implementar códigos de construcción y leyes de zonificación. Es necesario hacer cumplir estrictamente estas normativas para reducir los daños a futuro. Los países deben también asegurar el financiamiento para enfrentar los efectos de tormentas, a través de fondos de desastre natural, proyectos de adaptación y mitigación de riesgos con financiamiento internacional. Es necesario buscar nuevos modelos para aumentar la cobertura de seguros contra los daños a las propiedades, reduciendo costos de reconstrucción y distribuyendo el riesgo.

Mientras los países de la región no puedan reducir su exposición al riesgo de enfrentar tormentas y ciclones tropicales, deben prepararse mejor para los peligros que conllevan. Después de la tormenta el sector construcción suele ser el que levanta la economía a medida que va reparando los daños a los activos físicos y la infraestructura del país.

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Fotografía del Departamento de Defensa de Holanda, que muestra los daños causados por el huracán Irma a su paso por Philipsburg, Sint Maarten (EFE).

En su documento “Building Back Better, achieving resilience through stronger, faster, and more inclusive post-disaster reconstruction”, el Banco Mundial estima que reconstruir y mejorar la infraestructura llevaría a una reducción promedio de 59% en las pérdidas de bienestar después de las tormentas. Reconstruir mejor implica ubicar las nuevas edificaciones fuera de zonas de inundación, con estructuras diseñadas para resistir mayor intensidad de vientos. También fortalecer los sistemas eléctricos, de agua y transporte para que resistan la siguiente tormenta.

La base para reconstruir mejor se hace antes de la tormenta, fortaleciendo capacidad técnica de diseño, construcción y control de calidad en los sectores público y privado. Además, se requiere considerar planes de reconstrucción de contingencia y contratos pre-aprobados, precios y términos pre-acordados o la precalificación de firmas. Finalmente, el ritmo de reconstrucción es determinante en la recuperación económica y preparación ex-ante para dar más rápido acceso a financiamiento, líneas de crédito y productos de seguro que minimicen las pérdidas.

El Caribe no puede evitar la próxima amenaza natural, por lo tanto, se convierte en una responsabilidad de los sectores tanto público como privado, construir resiliencia. Si no lo hacemos, seguramente pereceremos.

Marla

Sobre el autor

Marla Dukharan es asesora líder en temas de economía para el Caribe, ampliamente reconocida por la profundidad y exactitud en sus análisis y proyecciones. Su reporte mensual sobre la economía del Caribe se ha convertido en una pieza estratégica para el monitoreo de la región y el seguimiento cercano de riesgos, vulnerabilidades y logros de las principales economías de esta región. Puede encontrar sus reportes en: https://marladukharan.com/insights/.

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