Cuidado: demolición
14 June 2016
Los escándalos de corrupción que han puesto en primera plana a las principales empresas constructoras de Brasil no sólo ha impactado en el sector de la construcción, sino que también a la demolición que ha sentido un fuerte golpe. “Sin las grandes empresas de construcción desarrollando nuevos proyectos, las empresas de demolición tienen que buscar otras industrias, más pequeñas. Es decir, el mercado ha caído en los últimos dos años, pero creemos que va a crecer de nuevo a partir de 2017”, comenta Fábio Bruno, director de operaciones de Fábio Bruno Construções.
La compañía es uno de los principales competidores del rubro en su país y a juicio del ejecutivo aplica las principales innovaciones en sus trabajos. “No podría decir si somos los primeros, pero sin duda estamos entre los que tienen el mayor conocimiento y experiencia”, explica.
Esta misma experiencia se refleja en el más reciente trabajo de la empresa, en mayo recién pasado, que entre sus mayores dificultades estaba la presencia, a menos de 40 metros, del Hospital Albert Schweitzer. Fábio Bruno Construções estuvo a cargo de la demolición del edificio Olivério Kraemer, en Rio de Janeiro, estructura de hormigón y mampostería de siete plantas y 25,9 metros de altura, con un ancho de 16 metros y una longitud de 52 metros.
Dado que una demolición convencional hubiese tomado más tiempo y no había posibilidades de trasladar a los pacientes del Albert Schweitzer a otro recinto asistencial, la compañía sugirió una implosión. “Como ya hemos realizados varios servicios con alto nivel de complejidad en Brasil, convencimos a todos que ésta sería la mejor opción, pero para llevarla a cabo teníamos que superar varios desafíos”, define el ejecutivo.
Entre los retos enumerados por el ejecutivo estaba principalmente el realizar la implosión sin tener que trasladar a los pacientes del hospital; no asustar a los pacientes; no permitir el ingreso de polvo al interior del recinto asistencial; cuidados con un salón comedor que acababa de ser construido y que se encuentra a menos de nueve metros del edificio; la presencia de una subestación a menos de 12 metros de la implosión y que no podía ser apagada; y la evacuación de 1.200 personas ubicadas dentro de un radio de 150 metros de la implosión a las 6:30 del domingo.
Según comenta Bruno, los trabajos comenzaron con la rotura de paredes de mampostería interiores y exteriores de las tres primeras plantas y se debilitaron algunas otras estructuras de hormigón, tales como escaleras y los pozos de los ascensores. Asimismo, “mientras se realizaban las perforaciones de los pilares para la ubicación de los explosivos, preparamos el plan de fuego y se envió a nuestros socios de la Applied Science Internacional (ASI), que se encarga de simulaciones de nuestros implosiones”, dice.
Luego de definido el plan de fuego, que consideró la utilización de 47,5 kilogramos de explosivos en 511 perforaciones, se estudió qué hacer para minimizar el daño al medio ambiente, incluyendo el hospital, y entre las medidas adoptadas destacan la utilización de una espoleta electrónica que disminuia el desplazamiento de aire y la vibración que permitió detonar cada perforación en un tiempo específico y la inexistencia de un cordón detonante o espoleta expuesto. Asimismo, para minimizar la diferencia de ruido entre el silencio total y la implosión se ubicaron en todos los pisos del hospital parlantes tocando la novena sinfonía de Beethoven, música que se inició 20 minutos antes de la actividad explosiva, para subir el volumen al momento de la implosión. Bruno comenta una anécdota respecto a la elección de la música “estaba en duda sobre qué canción elegir, le comento de esto a mi esposa y ella dijo rápidamente ‘coloque la música de nuestro matrimonio’, no tenía ninguna opción”.
Para proteger las estructuras del salón comedor y la subestación se utilizó un revestimiento de metal, y por si el polvo pasaba a través de éste, se utilizaron dos supresores de agua. También se utilizó una pantalla de 80 por 40 metros hacia el lado del hospital para contener el polvo que pudiese pasar a través del revestimiento y el supresor. “Después de la implosión se pudo comprobar que el polvo no llegó a la pantalla, ya que estaba completamente limpio”, comenta Bruno.
Para medir las vibraciones del lugar de trabajo se utilizaron tres sismógrafos: uno en oficinas de Fábio Bruno, a 13 metros de la implosión con 6,05 mm/s; un segundo en el corredor de acceso al hospital, a 15 metros de la implosión, con 1,44 mm/s y dentro de la subestación a 12 metros del predio 5,73 mm/s.
Con esta nueva y exitosa demolición Fabio Bruno Construções logró liberar todas las vías para el tráfico de personas y automóviles a las 7:20 hrs.
Con historia
Cuando se habla de demoliciones en Chile no se puede dejar de pensar en Flesan, empresa familiar con 30 años de historia, tiempo en el que ha ido creciendo y diversificándose hasta convertirse en un proveedor integral de servicios, entre los que se cuentan: demoliciones, sostenimiento de terrenos, movimiento de tierra, obras civiles y edificación.
Es tal la presencia de la compañía en el área de las demoliciones, que según comenta Emilio Salgado, director ejecutivo, Flesan ha “demolido casi el 95% de todos los edificios que se han demolido en Chile”.
La compañía, que desde hace una década también opera en Perú, factura como grupo, unos US$170 millones (US$120 en Chile y unos US$50 millones en Perú), siendo la demolición responsable de entre un 25% y 35% de sus ingresos, respectivamente. Si bien el ejecutivo comenta que han visto otros mercados, por el momento no se vislumbra ampliar su internacionalización.
Según comenta el ejecutivo, el mercado chileno ha experimentado una notoria profesionalización en los últimos años, y en este sentido es que Flesan, además de diversificarse en otras áreas convirtiéndose en un proveedor integral de servicios, también ha potenciado con mucha fuerza la implementación de nuevas tecnologías.
La empresa asiste a todas las ferias internacionales buscando las últimas innovaciones del sector. Es así como la compañía cuenta hoy con diversas tecnologías como discos de corte, cortes con hilo, fresadoras, aditivos expansores, cizallas hidráulicas, cizallas para metal, etc. “El perfil de esta empresa es incorporar tecnología, eso es lo que nos diferencia con todas las empresas del medio”, comenta Salgado.
Dentro de estas innovaciones tecnológicas el director destaca un brazo hidráulico Caterpillar con 26 metros de alcance, lo que le ha permitido demoler edificios de nueve y diez pisos, silos, etc. Este equipo venía en camino al país cuando sucedió el terremoto del 27 de febrero de 2010. “Por sus efectos, hubo muchas estructuras que colapsaron y fue una vorágine de obras en esa época”, afirma.
Hoy la compañía está adquiriendo un brazo similar, pero para excavaciones.
Con tres décadas de historia son innumerables las demoliciones emblemáticas que Flesan ha realizado, pero por mencionar algunas se cuentan los cines Las Condes, Astor, Ducal y Santa Lucía.
Sin embargo, Salgado destaca dentro de los trabajos de demolición realizados por la compañía el del edificio Diego Portales, en el centro de Santiago, el cual había sido siniestrado por un incendio que consumió sus 5.000 m2, “una enorme estructura metálica, donde colapsó todo sobre las losas de las oficinas del edificio. Hubo todo un trabajo de ingeniería, cálculo de estructuras, cálculos de izajes, etc. Nos ganamos la etapa de demolición de hormigones, el sostenimiento con anclajes y la excavación”, explica. El trabajo tomó dos meses.
Si bien Chile es un país muy regulado en diversas industrias, incluida la demolición, aún no existe una norma para la demolición de estructuras urbanas con el uso de explosivos. Es así que si bien Flesan tiene experiencia con implosiones, estás han sido para grandes estructuras, de mayor volumen y en zonas retiradas, mientras que la demolición de viviendas se hace de manera manual, controlada, con discos, cizallas, martillos hidráulicos, y otros equipos de esta índole.
De todos modos, la implosión no siempre sería una opción adecuada para la demolición en Chile. “Al ser un país sísmico, la relación de fierro hormigón es demasiado alta, por lo tanto el uso de explosivos no entrega una buena relación costo versus tiempo”, explica Salgado.