Conectando a los peruanos

02 August 2016

La rehabilitación y mejoramiento de la Carretera Quinua – San Francisco es fundamental para el desar

La rehabilitación y mejoramiento de la Carretera Quinua – San Francisco es fundamental para el desarrollo de una región con una geografía complicada.

¿Quién podría imaginar que una región tan productiva como Ayacucho, en Perú, todavía adolezca de problemas logísticos? No es novedad que Perú aun tenga una infraestructura deficitaria, pero si es importante saber que el país está realizando las inversiones pertinentes para cambiar esa situación.

Al recorrer el primer tramo de la carretera Quinua – San Francisco, construido por ICCGSA entre los años de 2011 y 2013, es posible comprobar cómo ha mejorado la calidad de vida de millares de pobladores de la región de Ayacucho. Antiguamente cruzar este mismo tramo tomaba cerca de cuatro horas, tiempo que se ha reducido a poco más de una hora. Este sólo hecho incrementó la productividad de la región gracias al ahorro de tiempo en el transporte, y además, facilitó el acceso de los 26.000 moradores de esta zona a los servicios sociales como salud y educación.

Consecuente con esos beneficios alcanzados en el primer tramo, en 2014 se inició el proyecto de rehabilitación y mejoramiento del segundo tramo de la carretera Quinua – San Francisco, a cargo del Consorcio Vial Quinua (CVQ), conformado por ICCGSA, GyM y EIVISAC. Al poco tiempo los trabajos debieron ser suspendidos tras ataques y protestas en las obras y otras diversas emergencias viales que se presentaron en todo el trayecto. Pero, a pesar de la problemática social y geológica que se enfrentó, en agosto de ese mismo año se reiniciaron las operaciones, con una nueva estrategia de desarrollo.

El proyecto, que tuvo una inversión total de US$150 millones, ahora está siendo apoyado por el estado peruano para avalar garantías constitucionales a fin de que los trabajos continúen y terminen en los plazos establecidos, y así agregar 94,59 kilómetros a la carretera.

Impacto social

Las zonas de Huamanga, Huanta, Tambo, San Miguel y San Francisco, importantes centros de producción agrícola de frutas y tubérculos, hace tiempo necesitaban una intervención vial. Su geografía andina compleja, cercada de costas, sierras y selvas, atravesando fallas geológicas que originan continuos deslizamientos, hacía que el tránsito fuera complicado y su flujo de mercancías extremadamente perjudicado.

La estrategia del nuevo tramo unirá las ciudades de Ayacucho y Cuzco a la vía Libertadores Wari, considerada la carretera más importante para la integración y desarrollo de la macro región, pues favorecerá incluso la exportación ya que ella dará un giro importante a la conexión y comunicación de la zona del valle de los ríos Apurímac, Ene y Mantarol. Eso impactará directamente en la evolución de 38 poblados, beneficiando a 50.000 personas que habitan en las localidades apostadas en el eje vial.

El sector de turismo también se verá favorecido, ya que Cuzco, la antigua capital del imperio Inca, alberga uno de los mayores tesoros de la humanidad, las ruinas de Machu Picchu, destino muy visitado por los turistas.

Según el ingeniero de ICCGSA a cargo del proyecto, Edgardo Gutiérrez, “el país tiene una clara brecha en el desarrollo de infraestructura, y proyectos como éste buscan brindar igualdad de oportunidades a más peruanos. Ese es el aporte de ICCGSA como empresa, y el compromiso que asume en cada proyecto que participa”, afirma.

Una nueva ruta

El segundo tramo, que debería ser entregado este mes (seis meses antes de lo previsto), permitirá una velocidad promedio de unos 30 kilómetros por hora y considera una carpeta asfáltica con un espesor de 7,5 centímetros. El ancho de la calzada tendrá seis metros más 0,5 metros de veredas a cada lado y un radio mínimo de maniobra de 25 metros.

Los trabajos contemplan siete puentes de concreto armado, entre ellos, el puente Santa Patricia, que atraviesa el río Piene, y los puentes Tutumbaro, Yunamonte, Ocho, Machente, Centabamba y Aurora.

Para la ejecución de las obras CVQ ha dividido los trabajos en tres frentes. El Frente 1 comprende desde el km 78 al km 121, en Calicanto; el Frente 2, comienza en el km 123 al km 146, en Machente; y por último, el Frente 3, recorre desde el km 140 hasta el km 172, en San Francisco. Se ha contado con la participación directa de 900 trabajadores.

Desafíos

El factor geológico fue ciertamente uno de los mayores desafíos de estas obras, ya que ha exigido un cuidado especial en cuanto al movimiento de las máquinas que actuaron en los trabajos de movimiento de tierra, como excavaciones, remoción de derrumbes, conformación de terraplenes, etc.

Dada la inestabilidad en algunas zonas y las escarpadas pendientes de los taludes, otro cuidado que se tomó y que el consorcio debió planear muy especialmente para evitar derrumbes fue avanzar con las actividades de movimiento de tierra, mantenimiento y seguridad vial, excavación en rocas fijas y sueltas, así como la construcción de alcantarillas y muros en cada frente antes del comienzo de la temporada de lluvias.

Equipos

El factor altitud también representó un nuevo desafío en la ejecución del proyecto ya que influye directamente en el funcionamiento de las máquinas. Los trabajos fueron ejecutados en altitudes comprendidas entre 3.822 y 644 metros sobre el nivel del mar, donde el oxígeno es escaso, lo que exige obviamente mayor robustez y potencial de los equipos. “Para asegurar una mejor calidad de los trabajos y el cumplimento de los plazos previstos, fue fundamental la utilización de equipos de última generación”, afirma Gutiérrez.

El proyecto contó con una esparcidora de agregados, una esparcidora de mezcla asfáltica, una planta procesadora para base granular, una planta de asfalto y una planta de trituración de agregados, de donde se obtuvieron los materiales necesarios para las distintas fases de aplicación de pavimento y concreto.

Actualmente, ICCGSA es parte del desarrollo de grandes proyectos de infraestructura de carreteras en todo el país, por eso optó por tener su propia planta de emulsión asfáltica (PEA), ubicada en Lurín. “ Esta planta permite el autoabastecimiento continuo de emulsión asfáltica de nuestros proyectos, además provee de este material a clientes externos. En la planta se realizan ensayos y controles normados que garantizan la elaboración de un producto de alta calidad”, agrega el ingeniero. Segun la visión de la compañía así se protege el medio ambiente y facilita el trabajo. Cuando la contratista actúa en proyectos de gran envergadura, como este, siempre instala plantas móviles para mezclar su propio concreto.

El Frente 1 concentró el mayor volumen de rocas, y exigió el movimiento de 380 mil metros cúbicos, por lo tanto en esta etapa de movimiento de tierras, debieron trabajar 28 excavadoras, de las cuales 12 estaban equipadas con martillo hidráulico para reemplazar el uso de explosivos. Esa labor se complementó con trabajos de desguince que tuvieron de ser realizados manualmente.

En total, el proyecto contempló un volumen de corte de más de 3 millones de metros cúbicos de rocas, de los cuales más de 650.000 eran de roca fija.

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